Antigüedades
Hace unos años me fui a pasar unos días a Solís, en pleno Agosto, completamente solo. Un cuaderno, un libro, mi discman y yo. Aguanté 3 noches heladas, entre fideos sosos, leña mojada y ruidos raros.
Las cosas que aquí transcribo, fueron escritas durante ese tiempo; la vergüenza y la inocencia son armas letales.
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Ese destello mojado, ese reflejo ocre
es el que te define como una criatura urbana;
esa melancolía impregnada en el asfalto húmedo de la noche,
en los zaguanes con vista hacia la plaza,
con sus copas gastadas y sus estatuas letárgicas.
Esa luz de mercurio, ese viento de solapa,
viene a recordarte de dónde sos.
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El cielo se volvió eléctrico, al menos por un momento,
arrancando siluetas a mis árboles testigos.
El aire guardaba racimos de particulas atraídas por el suelo.
El suelo estaba lleno de manchas de tinta azul.
De un lado de la casa se escuchó un ruido violeta,
separando la noche de la ventana sucia.
¿Dónde estabas vos a todo esto?
¿Me habrás oído gritar tu nombre en el bosque?
Me senté en la cama a escribir las paredes,
despojándome de mis pieles de cebolla.
Sometí a la oscuridad con mi mesita de luz,
manipulando la soledad que me había elegido.
Esa noche fastidié a las viejas pesadillas;
mis pociones no pararon de burlarse de ellas.
¿Dónde estabas vos a todo esto?
¿Me habrás sentido golpear el continente?
Las cosas que aquí transcribo, fueron escritas durante ese tiempo; la vergüenza y la inocencia son armas letales.
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Ese destello mojado, ese reflejo ocre
es el que te define como una criatura urbana;
esa melancolía impregnada en el asfalto húmedo de la noche,
en los zaguanes con vista hacia la plaza,
con sus copas gastadas y sus estatuas letárgicas.
Esa luz de mercurio, ese viento de solapa,
viene a recordarte de dónde sos.
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El cielo se volvió eléctrico, al menos por un momento,
arrancando siluetas a mis árboles testigos.
El aire guardaba racimos de particulas atraídas por el suelo.
El suelo estaba lleno de manchas de tinta azul.
De un lado de la casa se escuchó un ruido violeta,
separando la noche de la ventana sucia.
¿Dónde estabas vos a todo esto?
¿Me habrás oído gritar tu nombre en el bosque?
Me senté en la cama a escribir las paredes,
despojándome de mis pieles de cebolla.
Sometí a la oscuridad con mi mesita de luz,
manipulando la soledad que me había elegido.
Esa noche fastidié a las viejas pesadillas;
mis pociones no pararon de burlarse de ellas.
¿Dónde estabas vos a todo esto?
¿Me habrás sentido golpear el continente?